Siendo yo muy pequeña, comenzaron a inculcarme lo que es la responsabilidad, no hubo primer dia de clases al que faltara, ni uno.
Muchas veces me tocó ser la única presente, entre maestras, adultos que hablaban quién sabe de qué situaciones tan propias, pues, de adultos y yo allí estorbándoles.
Así transcurrió mi educación inicial y mi adolescencia, entre trabajos pulcramente entregados y sin faltas en las fechas.
Todo eso me trajo de principal consecuencia una beca en la universidad.
Ahora bien, allí, por, no se si obligacion de formar un ciudadano integral -como ellos mismos se llenaban la boca en la bienvenida- nos sugirieron leer un libro sobre ética... Ética para Amador de Fernando Sabater.
Yo, como buen borrego o quizás como extraño borrego, carente de alguna pizca de rebeldía o iniciativa propia, me dediqué a leer el libro recomendado.
Cuál es mi sorpresa al llegar al capítulo dedicado a la libertad. El título: "Haz lo que quieras", así no más... Comencé entonces a preguntarme qué quiero y la cajita de pandora se abrió.
Más adelante se contrapuso un término que ya me era familiar: la responsabilidad.
Sólo que esta vez me parecía más completo y más acorde con la lógica que siempre habia estructurado mi vida.
* Cada acción tiene una consecuencia.
* Puedo hacer lo que me venga en gana.
* No manejo lo que me pasa pero sí mis reacciones.
* Soy responsable de lo que hago.
En conclusión, la libertad se trata de hacer lo que te venga en gana y tener las bolas de afrontar sus consecuencias.
Y aquí estoy, sentada en mi cama, tratando de poner en práctica mi lógica conclusión.
Cualquier decisión traerá consecuencias.
Las sopeso.
Tengo a un lado la carta de aceptación al postgrado más prestigioso en mi campo en la Universidad de La Sorbona y al otro, un test con resultado rosado.
7/2/09
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