-¡Es difícil decir tan fácil lo difícil de lo fácil que es ganar en este juego! ¡Pásele señor! Tres canicas por 100 pesos. Sólo 100 pesitos y sume sus puntitos para que se puede llevar un micro o un modular o ambas dos cosas. ¡Pásele! ¡Pásele!
-Cada año la feria viene con más atracciones. ¡Ya me arden los ojos para ver a la escultural Rosa Bella Franco! ¡Mamacita!.
- Si, compadre. Pero ahora debe fijarse bien. Le digo que el guacho aquel regresó con el jueguito de las canicas. Tiene que desquitarse. Cada año es lo mismo. ¿Cuántos años van?
- Con este cuatro, compadre. Cuatro años y por más que le busco y le doy vueltas al asunto, no me explico cómo es que en la apuesta final me gana el méndigo guacho…
- No puede ser, compadre.
- Vengo dispuesto a todo. Míralo, ahí está.
Roberto Prieto le hacía honor a su apellido. Tenía un camión de redilas con peluche en el tablero y el obligado zapatito de niño colgado en el retrovisor: todo un tipo y el terror del pueblo en época de feria.
-¡Prieto!
-¡Conrado! ¿Cómo te va?
- Ya sabes que no me resigno tan fácil.
-Pa luego es tarde… tus 100 pesitos…
- Ahí tan 100… y 100 más…
-Tus seis canicas… ¿Qué quieres ganarte?
- Todo, Prieto. Vengo por todo.
- ¡Este Conrado tan valiente! Pero debes empezar por el principio…
- Voy por la licuadora
- Muy bien… 120 puntitos y te llevas la licuadora
Conrado tira las pelotas y suman 150 puntos
-Prieto, tú sabes que la licuadora me sirve para el inicio. Quiero el estéreo.
-Pues necesitas 220 puntos más
Conrado tiraba las tres canicas restantes y sumaban 210
-¡Lo siento, Conrado! Te llevas…
- Espera, Prieto. Dame 2 mil pesos en canicas. Hazme un paquete…
- ¡Achis! De acuerdo… te voy a poner este leoncito, esta vajilla, la licuadora y por ser tú mi mejor cliente, te voy a poner el micro.
-Pon el estéreo, Prieto. Quédate con el leoncito.
-De acuerdo. De acuerdo, pero tienes que hacer 10,000 puntos.
-¿Qué? ¿No le estarás perdiendo?
- No la amules, ves la tormenta y no te incas… está bien. 9,000 puntos y elige la mesa.
La gente empezaba a juntarse en la mesa de juego. Conrado elegía la mesa número cuatro. Su compadre, que estaba a su lado, miraba las canicas caer en los hoyos y hasta ese momento se dio cuenta del engaño.
-Compadre, ¡Espérese! ¡Ya no tire…!
- ¡Déjeme compadre, me faltan 220 puntos!
Conrado sumaba al final 8850. No lo podía creer
-¡Conrado, como siempre la casa gana!
-¡Eres un cabrón, Prieto!- Conrado desenfundaba un revolver- Ahora sí te vas a ir a la chingada…
Prieto, de la impresión, sentía un dolor muy fuerte en el pecho. Conrado jalaba el gatillo y salía del arma una bandera con la palabra ¡PUM! Un infartó masivo hizo que Prieto cayera fulminado y Conrado tiraba las canicas sobre su cuerpo, estupefacto.
21/2/09
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