Había tratado de escribir en estado consciente varias veces, pero nunca lo logró. La desventaja de escribir bajo las inflencias del alcohol, era que siempre revelaba algún detalle de su vida personal que luego le incomodaba. Por lo que decidió probar por única vez sin nada en el cuerpo.
Se sentó frente a la máquina, escribió una línea y después se arrepintió.
Cada que intentaba hilar una idea... delete.
Una frase... delete.
Apagó la computadora y se fue a sentar sobre un viejo sofá. Un sillón individual de color rosa "donde hicimos el amor por primera vez", recordó.
Todos los días escribía un poema de amor, una carta o frases para reprocharle el por qué de su partida.
"Es tu problema con el alcohol", le retumbaban las palabras en la mente, mientras se aferraba a su intento de no dejarse vencer por la tentación.
La garganta le raspaba y se le hacía difícil pasar saliva. Los ojos le ardían y un sudor frío le empezó a recorrer el cuerpo. La inspiración había vuelto a él.
Tomó papel y lápiz y las ideas empezaron a fluir. Encontró la manera perfecta para expresar lo que sentía y se sintió satisfecho. Puso la hoja sobre la mesa y se fue a su habitación.
Se desnudó por completo y se dirigió al baño, donde ya una tina con agua caliente lo esperaba.
metió un pie y se quedó pensando si la entrada de la nota estaba bien redactada.
No importa, ya no tiene arreglo, se dijo a si mismo mientras incorporaba el resto del cuerpo y se zambullía completamente.
Sacó la cabeza del agua y estiró la mano derecha a tientas sobre el piso y recordó la última frase...
"Me voy porque no puedo vivir sin alcohol, y mucho menos sin ti" y dejó caer la secadora de cabello conectada sobre la tina.
24/1/09
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