Esta semana, los participantes de Desperdicio de Letras ahondarán en las entrañas del cine. Escribirán un relato de 500 palabras o menos en donde se refleje una historia dentro de la filmación de una película o en cualquiera de sus procesos creativos. La idea fundamental es establecer un punto de contacto donde la trama de la película y la historia se complementen.
Parece algo descabellado, pero interesante.
Buen ejercicio. Buena semana.
12/3/09
8/3/09
Mesalina.
Secretamente, cuando Claudio la poseía, pensaba en la noche que más de 200 hombres intimaron con ella, cuando retó a la hetaira más famosa de Roma, Escila, y eso la excitaba. Mesalina era bella y calculadora, dueña de un porte temerario y una mente perspicaz. Manipulaba a su marido en las decisiones de Estado cuando éste llegó al poder cuando Calígula fue asesinado en un complot.
La pasión de Mesalina fue algo que nunca controló. La historia la encontró a sus 12 años enamorada de Cayo Apio. Una noche, en una de las celebraciones a Júpiter, ella danzaba descalza con una túnica reveladora y atrevida. Cayo Apio la veía embelesado, aunque en el fondo, él no pensaba más allá que desatar la furia interior. Enmascarado, bailó junto con ella y la fue separando del grupo, llevándola a lo más lejano de los jardines. La luna iluminaba dramáticamente la escena, cuando los dedos de Apio tocaron su sexo. Una explosión de sensaciones en todo su cuerpo: húmedas y entrecortadas oleadas de placer le despertaron un mundo desconocido. Mesalina se descubrió desprotegida ante la situación cuando los labios y la lengua de aquel hombre rondaban por la mayor parte de su cuerpo, ahora desnudo. Fue tanta la fuerza de ese encuentro que, años después, recordaba el momento con gran avidez y no lo pensó dos veces; Claudio, ajeno a aquellos pensamientos, cumplía el deseo de su bella esposa al traer de regreso a Roma a Apio de aquellas tierras extranjeras para tenerlo cerca.
Una noche, después de entrevistarse con Claudio, Apio fue abordado por Mesalina afuera del palacio.
-Te casarás con mi madre
-Eso nunca…
-Te quiero para mí. Eres mío desde siempre…
-No lo haré…
Mesalina golpeaba con furia la cara de Cayo Apio.
-Harás lo que yo digo o morirás.
-Posiblemente lo haga, pero no tendrás nada de mí.
Mesalina no habló. Entrada la noche salía nuevamente del palacio para convertirse en Lycisca, la mujer perra, en un burdel de Subura. En cada hombre que la penetraba, trataba de descubrir algo. Quizá descubrirse ella misma, pero no lo lograba. Eso la afectaba demasiado y lloraba angustiosamente. Cuando llegaba a casa, Claudio dormía ajeno a ese dolor y eso también le excitaba. Despertaba a su esposo para tratar de descubrirse en él y se fundía en un acto que pasaba de mecánico a punitivo.
Una noche, cuando Claudio atendía menesteres fuera de Roma, decidió poner fin a su indefinición con respecto a su matrimonio. Cometió bigamia al casarse con Cayo Silio y así derrocar a su aún esposo. Esa acción le costó la vida. Fue condenada a cometer suicidio, pero al no poder hacerlo, fue decapitada por un centurión. Momentos antes, pensó en lo que Escila le gritó: “Infeliz, tienes las entrañas de acero”. Mientras el primer golpe de espada cortaba gran parte de su cuello, sintió nuevamente la explosión de emociones en cada centímetro de su piel. Su vida se desvaneció en su último orgasmo.
Eso fue sólo el principio.
La pasión de Mesalina fue algo que nunca controló. La historia la encontró a sus 12 años enamorada de Cayo Apio. Una noche, en una de las celebraciones a Júpiter, ella danzaba descalza con una túnica reveladora y atrevida. Cayo Apio la veía embelesado, aunque en el fondo, él no pensaba más allá que desatar la furia interior. Enmascarado, bailó junto con ella y la fue separando del grupo, llevándola a lo más lejano de los jardines. La luna iluminaba dramáticamente la escena, cuando los dedos de Apio tocaron su sexo. Una explosión de sensaciones en todo su cuerpo: húmedas y entrecortadas oleadas de placer le despertaron un mundo desconocido. Mesalina se descubrió desprotegida ante la situación cuando los labios y la lengua de aquel hombre rondaban por la mayor parte de su cuerpo, ahora desnudo. Fue tanta la fuerza de ese encuentro que, años después, recordaba el momento con gran avidez y no lo pensó dos veces; Claudio, ajeno a aquellos pensamientos, cumplía el deseo de su bella esposa al traer de regreso a Roma a Apio de aquellas tierras extranjeras para tenerlo cerca.
Una noche, después de entrevistarse con Claudio, Apio fue abordado por Mesalina afuera del palacio.
-Te casarás con mi madre
-Eso nunca…
-Te quiero para mí. Eres mío desde siempre…
-No lo haré…
Mesalina golpeaba con furia la cara de Cayo Apio.
-Harás lo que yo digo o morirás.
-Posiblemente lo haga, pero no tendrás nada de mí.
Mesalina no habló. Entrada la noche salía nuevamente del palacio para convertirse en Lycisca, la mujer perra, en un burdel de Subura. En cada hombre que la penetraba, trataba de descubrir algo. Quizá descubrirse ella misma, pero no lo lograba. Eso la afectaba demasiado y lloraba angustiosamente. Cuando llegaba a casa, Claudio dormía ajeno a ese dolor y eso también le excitaba. Despertaba a su esposo para tratar de descubrirse en él y se fundía en un acto que pasaba de mecánico a punitivo.
Una noche, cuando Claudio atendía menesteres fuera de Roma, decidió poner fin a su indefinición con respecto a su matrimonio. Cometió bigamia al casarse con Cayo Silio y así derrocar a su aún esposo. Esa acción le costó la vida. Fue condenada a cometer suicidio, pero al no poder hacerlo, fue decapitada por un centurión. Momentos antes, pensó en lo que Escila le gritó: “Infeliz, tienes las entrañas de acero”. Mientras el primer golpe de espada cortaba gran parte de su cuello, sintió nuevamente la explosión de emociones en cada centímetro de su piel. Su vida se desvaneció en su último orgasmo.
Eso fue sólo el principio.
7/3/09
Ok, les contaré cómo empezo todo
Cansado, aturdido, golpeado, vejado, mi padre me acababa de dar una de sus acostumbradas tandas de amor. Esta vez le huí, pues en la escuela escuché por primera vez qué era un marica.
Ese mismo día un policia estaba dando charlas sobre la protección personal y todo aquello de no hablar con extraños por lo de las drogas.
En una de esas, alguien le preguntó qué hacíamos si veíamos algo y nos amenazaban si hablabamos. Él respondió: denuncien, no tengan miedo, nadie tiene derecho a maltratarlos, pegarles o hacerles sentir mal. No deben hacer nada que no quieran, recuérdenlo. No tengam miedo, personas como yo les protegemos.
Y él se veía con tanta autoridad, como un superhéroe, en ese momento decidí ser policía, me dije, que nadie me haría más daño y no dejaría que esto le pasara a nadie más.
Ese mismo día, luché, nunca lo había hecho pues creía que era algo normal, que todos los papás querían así a sus hijos, además, siempre me traía juguetes.
Dije que no, pero insistió, le dije marica, que los niños van con niñas y no entre ellos, me golpeó más fuerte de lo normal y me metió en el container de basura del edificio, aún era pequeño y apenas llegaba al borde, no podía salir.
Sentía tanta rabia, hablar no servia como me habian dicho. Ví restos de un espejo roto entre la basura, su destello me llamó la atención y así descubrí mi reflejo.
El maullar de su gato angora me sacó de mi estado de absorción, lo llamé, se acercó con su gracia habitual, lo acaricié y lo hice entrar, lo puse sobre mis piernas, tome un trozo del espejo, ví mi ojo inflamado y sangrando por un lado, cerré la mano, apreté duro, me corté, la adrenalina corrió mas ruda entre las venas, agarré el gato, puse su cara frente a la mía , me clavó sus garras y no lo sentí, sólo dirigí el espejo a su garganta y con gran torpeza, frente a mis ojos, lo degollé.
Desde ese momento comencé a drenar cualquier emoción así, rabia, frustración, odio...
Con el pasar de los años comencé a hacerle lo mismo a hombres de mediana edad, con signos de alopecia y un futuro brillante, claro, con una técnica ya depurada.
Ese mismo día un policia estaba dando charlas sobre la protección personal y todo aquello de no hablar con extraños por lo de las drogas.
En una de esas, alguien le preguntó qué hacíamos si veíamos algo y nos amenazaban si hablabamos. Él respondió: denuncien, no tengan miedo, nadie tiene derecho a maltratarlos, pegarles o hacerles sentir mal. No deben hacer nada que no quieran, recuérdenlo. No tengam miedo, personas como yo les protegemos.
Y él se veía con tanta autoridad, como un superhéroe, en ese momento decidí ser policía, me dije, que nadie me haría más daño y no dejaría que esto le pasara a nadie más.
Ese mismo día, luché, nunca lo había hecho pues creía que era algo normal, que todos los papás querían así a sus hijos, además, siempre me traía juguetes.
Dije que no, pero insistió, le dije marica, que los niños van con niñas y no entre ellos, me golpeó más fuerte de lo normal y me metió en el container de basura del edificio, aún era pequeño y apenas llegaba al borde, no podía salir.
Sentía tanta rabia, hablar no servia como me habian dicho. Ví restos de un espejo roto entre la basura, su destello me llamó la atención y así descubrí mi reflejo.
El maullar de su gato angora me sacó de mi estado de absorción, lo llamé, se acercó con su gracia habitual, lo acaricié y lo hice entrar, lo puse sobre mis piernas, tome un trozo del espejo, ví mi ojo inflamado y sangrando por un lado, cerré la mano, apreté duro, me corté, la adrenalina corrió mas ruda entre las venas, agarré el gato, puse su cara frente a la mía , me clavó sus garras y no lo sentí, sólo dirigí el espejo a su garganta y con gran torpeza, frente a mis ojos, lo degollé.
Desde ese momento comencé a drenar cualquier emoción así, rabia, frustración, odio...
Con el pasar de los años comencé a hacerle lo mismo a hombres de mediana edad, con signos de alopecia y un futuro brillante, claro, con una técnica ya depurada.
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Inicios,
Saraescribe
5/3/09
Ejercicio 6 - Inicios
En un principio…
Toda historia, todo recorrido, toda vida, todo lo que existe, todo final… tuvo un inicio.
Hay historias que aun siguen, hay mucho cuya continuidad parece infinita, pero nadie duda que tuviera un principio.
Para este ejercicio el tema es ése paso inicial, donde aún embarga la incertidumbre de no saber que hay más allá del segundo paso.
Dejen volar su imaginación y cuenten cómo empezó todo.
Toda historia, todo recorrido, toda vida, todo lo que existe, todo final… tuvo un inicio.
Hay historias que aun siguen, hay mucho cuya continuidad parece infinita, pero nadie duda que tuviera un principio.
Para este ejercicio el tema es ése paso inicial, donde aún embarga la incertidumbre de no saber que hay más allá del segundo paso.
Dejen volar su imaginación y cuenten cómo empezó todo.
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